La Dama Duende de Calderón de la Barca
El Teatro Barakaldo ha traído este fin de semana dentro de excelente programación teatral a La dama duende de Calderón de la Barca, una obra que estrenó el Teatro Español en el Festival de Alcalá, días antes del fallecimiento de Miguel Narros, el director de esta obra y nombre esencial de las artes escénicas de los últimos tiempos.
Las obras teatrales del siglo de Oro siguen divirtiendo al
público casi cuatrocientos años después, en parte supongo, porque representan
enredos amorosos, intrigas caballerescas y trasnochados duelos que trasladan a
mundos pretéritos al espectador, ávido de un rato de diversión y de escapar del
proceloso día a día, sentado en su butaca de patio o de platea y en parte,
por su vigencia a día de hoy al mostrarnos la forma que tenían las
mujeres de aquella época dorada de hacer valer sus derechos, frente al rigor
del intocable honor masculino, todo ello aderezado con luchas de capa y espada,
constante entrada y salida de personajes a escena, agilidad y buen ritmo.
La dama duende nos
cuenta el deseo que una joven viuda tiene de conquistar al íntimo amigo de uno
de sus hermanos varones, hermanos que le vigilan celosamente. La joven desea
tener libertad y poder acercarse al hombre del que está enamorada y para
superar la vigilancia masculina que la mantiene encerrada, de riguroso luto, en
la casa familiar, inventa una ingeniosa forma de hacerse pasar por un duende
que muda los objetos de sitio de la habitación del amado para relacionarse con
él, de una forma mágica y misteriosa.
Este montaje de la obra de Calderón, en versión de Pedro
Víllora, cuenta con un reparto de ocho actores y actrices, encabezados por
Diana Palazón, en el papel de Doña Ángela (la joven viuda), de Chema León, como Don Manuel (el amado), y
Marcial Álvarez, encarnando a Don Luis (el hermano celoso y vigilante).
En un escenario bien montado, con constantes cambios de
decorado, música de Luis Miguel Cobo y una escenografía de calidad, un potente
y dinámico Chema León, actor no demasiado conocido, como todos aquellos que
eligen la vía del teatro, alejados del entorno mediático y de los focos, aunque
haya intervenido en series de televisión como Hospital Central, o Amar en
tiempos revueltos, merece, a mi juicio un aplauso extra por su buena voz y su
excelente presencia en el escenario interpretando el papel protagonista de don
Manuel con energía y profesionalidad.
También fue destacable el papel de Diana Palazón, una actriz con ocho películas
y varias series de televisión a sus espaldas, que ya lleva un buen recorrido en
teatro desde 1996, en obras tales como La
sospecha o Don Juan Tenorio, entre
otras.
Una vez más, buena programación teatral la del Teatro Barakaldo para un
aforo cada vez más lleno y con mayor número de clientela fiel.
Ascension Badiola
La verdad sospechosa en el Teatro Arriaga de Bilbao
La última obra representada por la Compañía Nacional de Teatro Clásico llegó ayer al Teatro Arriaga bilbaíno con un plantel de catorce actores consagrados y conocidos por su larga trayectoria en el Nacional, además de un pianista, que actuó en directo haciendo recordar al público los años del cine mudo.
Detrás de las bambalinas otras
veinte personas, Helena Pimenta (directora), Ignacio García (adaptador de la
versión), Vicente Fuentes (asesor de verso), Alejandro Andújar (escenógrafo),
los realizadores de vestuario, pelucas, ayudantes, maestro de esgrima,
coreógrafo, etc, en definitiva, aquellos
que sólo aparecen en el folleto de publicidad de la obra, pero que contribuyen
plenamente a que las representaciones a las que nos tiene acostumbrados la
Compañía tengan una calidad extraordinaria.
Un escenario cerrado, apenas tres paredes en las que se van abriendo
y cerrando puertas y ventanas para simular un despacho, un salón, las calles
del Madrid del XIX, periodo elegido para representar la obra, a pesar de haber
sido escrita dos siglos antes, sirven de excusa visual para que el espectador
ponga su imaginación en marcha y colabore en la obra como uno más y sonría con
el divertido enredo que Ruiz de Alarcón escribió entre 1618 y 1621, y que
muestra dos historias de amor atravesadas por continuas equivocaciones y por
las mentiras que don García improvisa con una facilidad sorprendente, provocando
el desencuentro con su padre, don
Beltrán, papel representado por un Joaquín Notario un poquito menos brillante
que a lo que nos tiene acostumbrados, pero que en una de las escenas finales
vuelve a provocar en el público ese nudo en la garganta que sólo él sabe cómo
lograr y quiero detenerme en él porque Joaquín Notario es un veterano de la
Compañía, un actor curtido en los clásicos, que interpretó con maestría el Segismundo
de La vida es sueño de Calderón o el
Pedro Crespo de El alcalde de Zalamea y
que a pesar de haber aparecido como secundario en diversa filmografía y en
series de televisión, no es muy conocido por el gran público, no al menos como
se merece, pese a tratarse de uno de los mejores actores con que cuenta el
teatro español en estos momentos.
Dicho esto, La verdad sospechosa, representada con un ligero guiño al bodeville
resulta una obra muy actual, como lo es la mentira y la figura del mentiroso,
papel, el de don García, interpretado con agilidad y gracia por el también muy veterano
actor Rafa Castejón.
Un placer ver a la Compañía
Nacional de Teatro Clásico, como siempre.
Ascension Badiola
(novelista y aficionada al teatro)
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