Se despierta en mí el deseo, un poema de Amos Oz




Atardecer. Llueve en las colinas vacías del desierto.
Cal y roca y olor a tierra mojada
después de un árido verano. Se despierta en mí el deseo
de ser lo que sería de no haber sabido lo que es sabido.
De ser anterior al conocimiento.
Como las colinas. Como una piedra en la superficie
de la luna. Inerte, silencioso y seguro
de que estaré tiempo en exposición.



Autor amos Oz. Traducción de Raquel García Lozano


Amos Oz es un conocido escritor controvertido y pacifista israelí, que aboga por el entendimiento entre palestinos y judíos. Sus palabras alimentan la curiosidad por entender el mundo.

Un rato para leer, sólo leer.



Expertos en neurociencia dicen que somos responsables de nuestra inteligencia, y que, salvo daños físicos, es posible potenciar nuestra capacidad cerebral realizando tareas que requieren cierto esfuerzo cognitivo. De este modo,  cuando realizamos actividades, entre ellas, la de leer, el cerebro cambia a nivel microscópico. 

Un estudio publicado hace unos meses muestra que la lectura cambia el cerebro hasta lo más profundo. La investigación, publicada en la revista Science Advances, demuestra la plasticidad del órgano que manda en nuestro cuerpo.

Si algo está claro es que la actividad de la lectura es una actividad atribuible unicamente a los humanos, de entre todos los animales del planeta tierra y esta actividad es tan nueva en nuestro proceso evolutivo que no está grabada en nuestros genes. 

Ahora bien, leer una novela con constantes interrupciones para enviar emails, contestar llamadas o mensajería es algo que la neurociencia considera poco productivo para nuestro cerebro. Los perseverantes paréntesis que nuestro móvil puede provocar, no nos dejan  imaginar correctamente, a nosotros como lectores, la apariencia del protagonista, el aspecto del paisaje o cada uno de los cientos de detalles que nuestro cerebro inventa para comprender la información que está recibiendo.

Es habitual escuchar al salir del cine: " A mí me ha gustado más el libro que la peli...". Y ello es porque a los lectores siempre nos choca ver en imágenes a los personajes que hemos imaginado más rubios, más bajitos, menos simpáticos, más listos, a veces ni parecidos a como el escritor los planteó. 

Esta es la intimidad y la magia de la lectura, la del transporte a un mundo de ficción en el que nosotros lectores gozamos de pleno poder para poner colores a un paisaje, afear a un personaje, o volverlo más terrorífico de lo que una imagen nos pueda proporcionar. 

Por eso, que nada ni nadie interrumpa este proceso creativo. Dejémos a un lado todo lo que nos despiste.

Si lees, concéntrate en lo que haces, concéntrate en la intimidad de crear tu propio universo creativo. Refuerza tu cerebro.

Ser lector es también ser creador. 

¿Empezamos? 

 
"Aquella tarde iba ser distinta de las otras. El chico se puso en pie. Miró a su agresor y levantó el brazo con rabia..."