El expolio. La represión económica y la Guerra Civil en el País Vasco

 

El día 2 de diciembre se presenta a la prensa en Bilbao a las 11 horas en la librería Elkar de la calle Licenciado Poza el nuevo ensayo histórico de Ascension Badiola, titulado El Expolio.


El Expolio es un relato ameno, a nivel divulgativo, de cómo la guerra afectó a los bolsillos de nuestros abuelos, independientemente de su ideología, bando, clase social o profesión. Verdaderamente no se libró nadie.
El relato comienza con las incautaciones a los religiosos, realizadas por el Gobierno de la República, en concreto, las realizadas a los Jesuitas que tuvieron que exiliarse. Lugares emblemáticos y protagonistas durante la guerra, como fue la Universidad de Deusto, luego campo de concentración de prisioneros de guerra, había sido confiscada previamente por Azaña, al igual que todos los inmuebles jesuitas del país. 
El primer Gobierno Vasco, un gobierno de coalición, de mayoría nacionalista, pero integrado por consejeros peneuvistas, socialistas, comunistas y republicanos, también fue protagonista de incautaciones en conventos, palacios y bienes de religiosos y personas afines a los sublevados, que incluso habían financiado el golpe militar. Las razones para tales expropiaciones fueron la necesidad de financiar la guerra y la de dar una solución a la llegada de los miles de refugiados, que escapando de los fascistas, huyeron en aquellos días a Bilbao. Por supuesto, se incautó a quien tenía dinero, que además en muchos casos coincidía con personas que eran afines a la sublevación que acabó con la democracia y la legalidad republicana, lo que implicó también un componente de venganza y de intento de descapitalización  del enemigo ocupador. 
Quizá el asunto más conflictivo de este periodo tuvo que ver con la apertura de cajas de seguridad y el vaciado de los bancos para trasladar el patrimonio vasco al extranjero, lo que se justificó como una necesidad de poner a salvo de los terribles bombardeos, como el de Gernika, las obras de arte, las joyas, el oro, los documentos y el dinero vascos, que fueron evacuados a Holanda y a Francia en barcos. Un hecho justificado en la necesidad de salvaguardar el patrimonio, pero sobre todo de aplicar una política de tierra quemada al ocupador militar. El Expolio relata estos hechos de una forma divulgativa, pero rigurosa, basada en documentos de archivo.
La vuelta llegó cuando la dictadura comenzó en la Euzkadi de 1937, en la que además de la política de represión física, ya tratada en otros textos anteriores de la misma autora sobre fusilamientos y encarcelamientos, se comenzó a ejercer la represión puramente económica imponiendo sanciones estratosféricas imposibles de pagar, multas que fueron igualmente impuestas a vivos y a muertos, no solo asesinados sino también a los fusilados tras consejos de guerra, de manera que las de estos últimos recayeron subsidiariamente sobre las viudas y los huérfanos que quedaron con el cielo arriba y la tierra abajo. 
El aparato incautador fue tremendo. Se articularon comisiones de incautación provinciales al principio de la guerra y tribunales incautadores después, que persiguieron sin piedad los bienes de todos aquellos que fueron considerados no afines al Régimen. 
En los días de la guerra, convivieron dos pesetas enemigas, la republicana y la franquista, una acuñada en Burgos (la franquista) y la otra en Madrid (la republicana). Pronto la primera devoró a la segunda y lo hizo respondiendo a un plan bien meditado que consistió en bloquear el dinero republicano, estudiar cómo hacerlo desaparecer y una vez se supo cómo, desbloquearlo para reducir a un tercio su valor, cuando no a cero, en el caso de los titulares de cuentas bancarias que fueron declaradas improtegibles por la ley. Así es como el dinero de los vencidos fue a parar a las arcas del Banco de España franquistas, argumentando que era dinero sobrevalorado por efecto de la inflación republicana. 
El expolio relata y analiza pormenorizadamente las consecuencias de todo esto, haciendo referencia a sus protagonistas, nombrando a las familias que intervinieron a un lado y al otro y haciendo un pequeño guiño a Navarra, que a pesar de haber estado a favor del golpe, también tuvo sus muchos represaliados económicos.
Para entender las guerras de hoy, a quién y cómo favorecen, es necesario comprender los mecanismos que se utilizaron en las guerras de ayer y la Guerra Civil fue un buen banco de pruebas en la que sólo los vencedores salieron airosos, pese a que también tuvieron sus momentos bajos. 

EL EXPOLIO, UN RELATO ESTREMECEDOR SOBRE EL DINERO QUE NUNCA REGRESÓ A SUS BOLSILLOS DE ORIGEN.