Librerías y paisaje urbano

 Dando un repaso por el mundo de las librerías, me he encontrado con un artículo publicado en la revista Elle, titulado “Las 22 mejores librerías de Madrid”, cuya lectura recomiendo. 

https://www.elle.com/es/living/ocio-cultura/a33480387/mejores-librerias-madrid/

El texto mencionado nos acerca al acto agradable de “perder el tiempo” ojeando libros, charlando de literatura mientras tomas un café o asistiendo a alguno de los actos culturales que se celebran en esos ambientes. Hermosa costumbre la de vaguear por las letras. 

Las veintidós mejores librerías de Madrid me hace pensar en que realmente hay muchas más. Lo mismo sucede en otras grandes ciudades como Barcelona, París, Lisboa…

Esto me hace recapacitar y preguntarme que qué fue de las librerías en Bilbao, la ciudad donde vivo. Hace no tanto disponíamos en la villa de lugares como Top Books en la Gran Vía bilbaína, un espacio que, además de librería era lugar de recreo para sentarse, tomar un café, charlar… Recuerdo también Herriak, una de las primeras en cerrar, en cuya fundación participaron libreros como José Luis Merino, un experto que recomendaba lecturas de modo personalizado.  

En la actualidad, gozamos de la presencia de la mítica librería Cámara, cuyo librero Javier es una institución en la villa. La librería Kirikiño de toda la vida frente a los juzgados. Jakinbide y La San Pablo en Ledesma, La Casa del Libro en Alameda de Urquijo, la Universitaria de García Rivero.  También de las tres librerías Elkar (Casco Viejo, Licenciado Poza y Máximo Aguirre) en las que se hacen presentaciones de libros a varias de las cuales yo he asistido en tiempos mejores (antes de la pandemia). Otras más nuevas como El Escondite, Entrevías, Campus o Re-Read, un espacio low-cost de compraventa de libros. Todo esto sin olvidarme de las librerías de viejo, de libros descatalogados o las anticuarias (Boulandier, Astarloa, LibroBilbao…).

Sin embargo, el panorama librero bilbaíno, a día de hoy (mayo de 2022), ha perdido lustre. Refleja el desierto que se ha abierto entre la literatura y los lectores locales que compran menos libros, aunque puede que, en el mejor de los casos, los pidan prestados en las bibliotecas, los compren en e-book por internet, sin mencionar a quienes piratean. Lo cierto es que hay menos librerías y, sobre todo, lo que falta es libreros, gente que te recomiende qué leer, de acuerdo a tus gustos, el trato personal que existía antes y que ahora queda relegado a las recomendaciones de las páginas especializadas de Internet que buscan más el marketing que el disfrute lector.

El caso es que el panorama librero de antaño era lustroso, emocionante, un espejo de la excelente salud lectora de los bilbaínos de hace unos años, cuando un libro era objeto de culto y era protagonista en una balda, no como ahora que molestan, se tiran, se llevan a los espacios compraventa donde no pagan nada por ellos, pero te ofrecen el intercambio por otros libros usados. La prueba la tenemos en la variedad de librerías que podíamos encontrar; además de las ya mencionadas, teníamos: Aguirre 11 en Máximo Aguirre; Albia en Gran Vía; Alcalde en Licenciado Poza; Arrilucea en la Plaza Moyua; Arriola en la calle Berastegui, Arturo en Colón de Larreategui; Borda en Somera-Artekale; Estornes en Rodríguez Arias; Galería del libro en Ercilla; Geuk en San Francisco; Internacional en Fernández del Campo; La Bilbaina en la Plaza Nueva;  Librería del Niño Jesús en Alameda de Urquijo; Librópolis en General Concha; Likiniano en Ronda; Litterae Mundi en Dos de Mayo; Malumbres en Elcano, Miñambres en Buenos Aires; Nuestra Señora del Carmen en Ercilla;  Paradiso en Deusto; Parsifal en Colón de Larreategui; Rivera en Doctor Areilza; San Francisco en la calle San Francisco; Tango en Gregorio de la Revilla; Tótem en Alameda San Mamés; Universal  en Ledesma; Vagar en Alameda de Urquijo; Verdes en la calle Correo; Villar en Gran Vía; Yorick en San Francisco. (La mayoría de estas últimas han sido tomadas del blog https://cambiandodetercio.wordpress.com/2018/07/26/bilbao-librerias-que-existieron-y-siguen-en-la-memoria/) A quien agradezco su buena memoria. Yo no habría recordado tantas.

El destino de las librerías no es sino un reflejo de cómo está cambiando el mundo. Las tiendas desaparecen y no solo las de libros, también las de ropa, las mercerías, las zapaterías, las de comestibles… En un futuro cercano el paisaje urbano habrá cambiado tanto que no será reconocible para quienes conocimos el calor de una ciudad con tiendas, luces, gente, libros, vida, voces, música, movimiento. Pasaremos a ser esclavos de las grandes multinacionales que venden digitalmente en un mundo mucho más frío y no es que lo nuevo tenga que ser malo por fuerza; como todo en esta vida tiene sus ventajas: es más cómodo, te lo traen a casa y lo devuelves igual, no malgastas tiempo en ir de tiendas, es rápido… Pero habremos perdido romanticismo, tacto, olfato, alegría; la esencia, en definitiva, del trato humano.