Me acabo de enterar con gran consternación del fallecimiento de Jose Javier Abasolo a quien conoci hace muchos años por vecindad, por asuntos laborales, por ser compañeros de clase, o por casualidades de la vida que hicieron que sus pasos y los mios se cruzasen un mismo suelo y nuestro mutuo conocimiento pasó a ser virtual cuando, a raíz de hacernos amigos en Facebook, dejamos de saludarnos en persona, como si el reencuentro en la red social fuese, en sí mismo, más que suficiente para decirnos que el hecho de conocernos no requeria ya de más formalismos.
El caso es que ya fuese porque nuestros destinos sufrieron distintos derroteros, por capricho de la tecnologia y sus formas o porque la evolucion de nuestro aspecto físico no nos permitió reconocernos en la calle, el caso es que yo empecé a seguirle en otro plano, en su rol de escritor y es alli donde encontré al verdadero Abasolo, al auténtico novelista, al escritor tan nuestro y tan admirado.
Jose Javier escribía también el blog "Nadie es inocente", un espacio dedicado a la novela negra pero en el que siempre tuvieron cabida las reseñas que hacia de novelas de otros géneros, incluidas las de una servidora. Su generosidad siempre fue grande para con el resto de escritores en un mundo altamente competitivo en el que ser magnánimo no es lo habitual.
Su última reseña para mi novela "La decision de Juana Mir" fue nuestro último encuentro literario y le agradecí de corazón en redes sociales los hermosos y emotivos párrafos que escribió sobre ella.
A pesar de su larga trayectoria literaria (18 novelas publicadas) y de ser un maestro del género negro vasco, todos los que le hemos leído somos conscientes de la enorme pérdida que supone su ausencia.
Tuve el honor de compartir editorial (Txertoa) cuando publicó "Una tumba en Jerusalén", pero él solía trabajar con Erein, editorial en la que acababa de publicar "El país equivocado".
Nos ha dejado con tan solo 65 años, la anhelada edad
de la jubilación con la que probablemente soñó mucho, a pesar de estar
ya prejubilado.
Los lectores le vamos a echar mucho de menos por su buena literatura y por todas las historias que quedaron por escribir; los escritores, por su generosidad y por su inmensa bonhomia.
Hasta siempre compañero.